En el mes de mayo hacemos un homenaje a las madres... pero ¿realmente tenemos consciencia de lo grande que es este ser en nuestras vidas? al igual que el padre, ambos son las primeras figuras con quien el bebé tiene el puente para conectarse con el mundo real, durante el desarrollo la criatura pasa de la omnipotencia en la cual se creía capaz de auto-abastecerse, a la simbiosis (diada entre madre-hijo) y poco a poco se va dando este desprendimiento para reconocerse paulatinamente como un ser individual.
Pero ahí no termina todo, su labor tiene un inicio, pero no un final, va más allá de su sola presencia, ya que todos la llevamos dentro, para "bien" o para "mal" queda grabada en nuestro interior, y cada uno de nosotros aporta sus recursos internos para consolidar la imagen de madre que influirá en nuestros procesos futuros, y en nuestra propia labor parental si se da el caso.
Sin embargo vale la pena acercarnos a conocer el concepto de madre, más allá de la persona que ha encarnado a nuestra mamá en nuestras vidas, miremos este hermoso y valioso concepto desde el ámbito universal, desde lo simbólico.
La expresión Madre se relaciona con el de la mar, como también con el de la tierra, en el sentido que una y otra son receptáculos y matrices de la vida. El mar y la tierra son símbolos del cuerpo material.
Las grandes diosas madres han sido todas diosas de la fertilidad: Gea, Rea, Deméter para los griegos, Isis entre los egipcios y así sucesivamente. En este símbolo de la madre se encuentra la misma ambivalencia que en el del mar y la tierra: la vida y la muerte son correlativas. Nacer es salir del vientre de la madre y morir es retornar a la tierra. La madre es la seguridad del abrigo, del calor, de la ternura y del alimento, es también, por contra, el riesgo de opresión debido a la estrechez del medio y al ahogo por una prolongación excesiva de la función de nodriza y de guía, la generosidad tornándose acaparadora y castradora.(Jean Chevalier y Alain Gheerbrant).
En el mito griego de Deméter y Perséfone, mientras la madre y la hija siguen conectadas de manera inconsciente, unidas, la hija es una simple Kore, el término griego que designa a la joven doncella. Ésta no posee nombre ni identidad por sí misma. Permanece en la órbita de su madre, sintiendo los sentimientos de su madre, soñando los sueños de su madre. Deméter como madre, y Kore como hija, forman un tándem inconsciente, una vida simbiótica.
Como dice Marion Woodman: puede que una mujer adulta nunca abandone este tándem. Por mucho que odie el modo en el que la trataba su madre cuando era una niña, se ve repitiendo lo que ella hacía y decía, esto sucede cuando terminamos poseídos por una imagen inconsciente y deformada de la madre; sin embargo hacer de madre de manera inconsciente puede transformarse en hacerlo de manera consciente, cuando nos contactamos con nuestro ser femenino que invita a mirar más allá, acoger, sabiduría, aceptar y recibir, reconociendo al mismo tiempo las limitaciones humanas.
Pero adicionalmente, nuestra cultura está atravesada por nuestra fe religiosa que en su mayoría se contacta con "la Madre Divina" quien simboliza la sublimación más perfecta del instinto y la armonía más profunda del amor, por ello nos identificamos con las expresiones alusivas a la incondicionalidad del amor maternal.
No podemos obviar entonces, el gran peso que tiene en cada uno de nosotros este sagrado ser, por lo tanto le respetamos y honramos y abrimos paso a nuestra individuación rompiendo el tándem y sintiendo y asumiendo nuestros propios sentimientos.
Ahora nuestros cuerpos y nuestro planeta nos están poniendo frente a decisiones que hacen imperativa la Feminidad consciente y crucial para nuestra supervivencia la redención de la materia." Marion Woodman en Ser Mujer.
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