En este mes del psicólogo no lo podíamos dejar pasar sin hacer mención de esta hermosa labor, la cual es a veces incomprendida... hasta por nosotros mismos.
Nuestra gran herramienta es la escucha, la escucha activa, la psicoterapia es el método de curación por medio del habla, por lo tanto primero escuchamos y luego acompañamos con las palabras o con el silencio si así lo amerita, pero un silencio empático, no un silencio angustiante.
El conocimiento teórico es muy importante, pero el conocimiento de nosotros mismos y la capacidad de empatizar con la persona o las personas que tenemos enfrente es crucial, porque allí está el verdadero conocimiento.
En estos días encontré una pequeña historia en Facebook que habla de la importancia, a veces de estar junto a una persona que sufre algún dolor, sólo con el corazón... me parece plasma bellamente lo que digo y por eso la comparto en este post:
“Un médico psicólogo atendía una consulta en un hospital… sus pacientes eran adolescentes… Cierto día le derivaron un joven de 14 años que desde hacía un año no pronunciaba palabra y estaba internado en un orfanato… Cuando era muy pequeño, su padre murió… Vivió con su madre y abuelo hasta hacía un año… a los 13 muere su abuelo, y tres meses después muere su madre en un accidente…
Este médico no podía hacerlo hablar… comprendió que el dolor del muchacho era tan grande que le impedía expresarse…y él… por más que le dijera algo, tampoco serviría de mucho. Optó por sentarse y observarlo en silencio….acompañando su dolor….
Después de la segunda consulta, cuando el muchacho se retiraba, el doctor le puso una mano en el hombro: “Ven la semana próxima si gustas….duele, ¿verdad?…” el muchacho lo miró, no se había sobresaltado ni nada… solo lo miró y se fue…
Cuando volvió a la semana siguiente el doctor lo esperaba con un juego de ajedrez. Así pasaron varios meses…sin hablar….pero el notaba que David ya no parecía nervioso… y su palidez…había desaparecido… Un día, mientras el doctor miraba la cabeza del muchacho quien estudiaba inclinado hacia el tablero, pensaba en lo poco que sabemos del misterio del proceso de curación…
De pronto….David alzó la vista y lo miró: “Le toca – le dijo”
Ese día empezó a hablar… hizo amigos en la escuela, ingreso a un equipo de ciclismo… Y comenzó una nueva vida… su vida.
Posiblemente el medico le dio algo… pero también aprendió mucho de él… Aprendió que el tiempo hace posible lo que parece dolorosamente insuperable. Aprendió a estar presente cuando alguien nos necesita… a comunicarnos sin palabras. Basta un abrazo, un hombro para llorar, una caricia… un corazón que escuche.”
Y recuerda: “Cuando no hemos sanado alguna parte dentro de nosotros, la vida nos vuelve a traer la misma experiencia, con diferentes “disfraces”, una y otra vez, hasta que logremos trascenderlo.”
